Mi compromiso con la Seguridad Vial

Mi pasión por la enseñanza y por el automóvil, me viene quizás de antes de mi nacimiento .Mi padre trabajo con el cinco veces campeón del mundo de formula 1, Juan Manuel Fangio en Argentina como mecánico y carrocero. Nací en Uruguay en un taller de coches, y me temo que alguna vez me cambiarían el biberón por gasolina, hijo de un sevillano, trianero para más señas y de una "granaina" de Guadix, "casi na", como se dice en mi Andalucía.

Traigo en los genes una verdadera obsesión por los coches, mi señora esposa que la lleva aguantando (la obsesión) muchos años, dice que si alguna vez la engaño será con una "furgoneta".Dedique 15 años de mi juventud a competir en los Rallyes, llegando a ser subcampeon de Andalucía en 1987. He colaborado con varios medios de comunicación especializados del motor, probando coches y escribiendo de ellos, he llevado la delegación de Andalucía de Motor Press Iberica con revistas tan prestigiosas como Autopista, Automóvil y Coche Actual.En el apartado de la Seguridad Vial llevo toda mi vida comprometido con la educación vial de los niños en los colegios y en la formación de los futuros profesores de autoescuela, ademas del perfeccionamiento de la conducción para conductores en general, ahora en el Circuito de Jerez.Sí en todos estos años he conseguido influir con mis consejos, aunque sea a una sola persona y esto ha servido para evitar un solo accidente, me considero satisfecho y recompensado.Lucho por conseguir desde mi trabajo y mi actividad,conductores seguros y responsables y acabar o reducir esa lacra social que es el accidente de tráfico.

lunes, 10 de diciembre de 2012


REFLEXIONES DE UN EDUCADOR VIAL.

Desde que me inicie vocacionalmente en esto de la Educación y Formación Vial, hace ya una buena temporadita, (parece mentira pero son más de 30 años) mi principal preocupación fue, es y será la siniestralidad vial, los mal llamados accidentes de tráfico, (mal llamados porque la gran mayoría no son nada accidentales), y sobretodo lo que más me sigue  preocupando es la siniestralidad vial juvenil.
Esa ingente cantidad de futuras promesas que dejan su vida en el asfalto, gratuitamente, las frías estadísticas (son simplemente cifras) nos demuestran, y nos siguen machacando, diciéndonos que la mayoría de las víctimas de estos siniestros viales son jóvenes de entre 15 a 29 años, ¿Por qué?
¿Por qué seguimos permitiendo esta sangría? ¿Por que se sigue desde las administraciones, desde las autoridades con responsabilidad en el tráfico y en la educación sin hacer absolutamente nada? Por lo menos nada que resulte verdaderamente eficaz, que erradique esos porcentajes de las estadísticas. Somos muchos los que apuntamos la solución: una verdadera Educación Vial y una mejor Formación Vial.

Aclaremos la diferencia entre estas dos asignaturas fundamentales para nuestras vidas.
La Educación Vial es una educación en valores, una educación permanente que nos afecta en toda nuestra vida, prácticamente desde que nacemos hasta que dejamos de existir, somos permanentemente, peatones, viajeros, ocupantes de vehículos, transeúntes, conductores, usuarios etc. tenemos esa necesidad continua de desplazarnos de un sitio a otro, de ir al colegio, al trabajo, a los sitios de esparcimiento y de ocio, de movilidad, tenemos necesidad de una movilidad sostenible y segura, de respeto a las normas y a la señalización, de respeto hacia los demás, de convivencia justa y responsable y tenemos todo el derecho a exigirla y el deber de cumplirla. Debe empezar esta Educación desde la más tierna infancia y continuar durante toda la vida del ciudadano.

La Formación Vial es, esa etapa, tan importante de nuestras vidas, donde aprendemos a manejar un vehículo y a comportarnos con él en la sociedad. Esa etapa donde debemos de adquirir, durante ese vital período de aprendizaje, la mejor formación posible, ya que es una cuestión de responsabilidad con nosotros mismos y con los demás.
 ¿Nos damos cuenta de la importancia que tiene el que ese aprendizaje sea correcto, verdaderamente formativo y completo?
Verdad, que en la mayor parte de los casos no nos damos cuenta.
¿Qué es lo que motiva a un padre, a una madre a decir en la Autoescuela que a su hijo/a “poquitas clases eh, ya aprenderá cuando saque el carne”?
Sí, es posible, que si tiene suerte aprenda, o no, o no aprenderá jamás y será uno de tantos y tantos malos conductores que pululan por nuestras calles y carreteras, o peor todavía, engrosará esas fatídicas estadísticas que queremos ver desaparecer.
¿Qué es lo que motiva que ese mismo padre o madre no le duelan prendas de invertir lo que haga falta en ese hijo/a en otros tipos de formación que por supuesto son importantes, pero de las que no dependen su vida y la de los demás. Si manda a su vástago/a, a la Academia de Informática, a la de Idiomas o al Conservatorio no van y dicen: “poquitas clases eh, ya aprenderá cuando termine”. Saben que esa formación tiene un coste, un período de aprendizaje y quieren que sea lo más completa posible. Esos mismos padres, ¿Habrán evaluado el coste que pueda tener una formación Vial incompleta e insuficiente? Un coste muy elevado y que puede llegar a ser dramático. ¿Quién sería el responsable en ese trágico caso?
Preguntaba antes que ¿Cual era el motivo del comportamiento de esos padres? La respuesta está meridianamente clara: falta de Educación Vial, sí, a esos padres también les falta de esa Educación que jamás se les dio y que tanta y tanta falta nos hace.
De mientras y hasta que a los políticos y responsables les de la gana, seguiremos unos cuantos, convencidos de nuestra labor, yendo la  mayoría de las veces, de forma totalmente altruista,  por los colegios, institutos, empresas, colectivos, centros cívicos, etc,  hablándoles de Educación Vial, siempre que nos lo permitan y no molestemos mucho.


JOSÉ Mª MOGUER GONZÁLEZ.