REFLEXIONES DE UN EDUCADOR VIAL.
Desde que me inicie vocacionalmente en esto de la Educación y Formación
Vial, hace ya una buena temporadita, (parece
mentira pero son más de 30 años) mi principal preocupación fue, es y será
la siniestralidad vial, los mal llamados accidentes de tráfico, (mal llamados porque la gran mayoría no son
nada accidentales), y sobretodo lo que más me sigue preocupando es la siniestralidad vial
juvenil.
Esa ingente cantidad de futuras promesas que dejan su vida
en el asfalto, gratuitamente, las frías estadísticas (son simplemente cifras) nos demuestran, y nos siguen machacando,
diciéndonos que la mayoría de las víctimas de estos siniestros viales son
jóvenes de entre 15 a
29 años, ¿Por qué?
¿Por qué seguimos permitiendo esta sangría? ¿Por que se
sigue desde las administraciones, desde las autoridades con responsabilidad en
el tráfico y en la educación sin hacer absolutamente nada? Por lo menos nada
que resulte verdaderamente eficaz, que erradique esos porcentajes de las estadísticas.
Somos muchos los que apuntamos la solución: una verdadera Educación Vial y una
mejor Formación Vial.
Aclaremos la diferencia entre estas dos asignaturas
fundamentales para nuestras vidas.
¿Nos damos cuenta de
la importancia que tiene el que ese aprendizaje sea correcto, verdaderamente
formativo y completo?
Verdad, que en la mayor parte de los casos no nos damos
cuenta.
¿Qué es lo que motiva a un padre, a una madre a decir en la Autoescuela que a su
hijo/a “poquitas clases eh, ya aprenderá
cuando saque el carne”?
Sí, es posible, que si tiene suerte aprenda, o no, o no
aprenderá jamás y será uno de tantos y tantos malos conductores que pululan por
nuestras calles y carreteras, o peor todavía, engrosará esas fatídicas
estadísticas que queremos ver desaparecer.
¿Qué es lo que motiva que ese mismo padre o madre no le
duelan prendas de invertir lo que haga falta en ese hijo/a en otros tipos de
formación que por supuesto son importantes, pero de las que no dependen su vida
y la de los demás. Si manda a su vástago/a, a la Academia de Informática,
a la de Idiomas o al Conservatorio no van y dicen: “poquitas clases eh, ya aprenderá cuando termine”. Saben que esa
formación tiene un coste, un período de aprendizaje y quieren que sea lo más
completa posible. Esos mismos padres, ¿Habrán evaluado el coste que pueda tener
una formación Vial incompleta e insuficiente? Un coste muy elevado y que puede
llegar a ser dramático. ¿Quién sería el responsable en ese trágico caso?
Preguntaba antes que ¿Cual era el motivo del comportamiento
de esos padres? La respuesta está meridianamente clara: falta de Educación
Vial, sí, a esos padres también les falta de esa Educación que jamás se les dio
y que tanta y tanta falta nos hace.
De mientras y hasta que a los políticos y responsables les
de la gana, seguiremos unos cuantos, convencidos de nuestra labor, yendo la mayoría de las veces, de forma totalmente
altruista, por los colegios, institutos,
empresas, colectivos, centros cívicos, etc,
hablándoles de Educación Vial, siempre que nos lo permitan y no
molestemos mucho.
JOSÉ Mª MOGUER GONZÁLEZ.