Mi compromiso con la Seguridad Vial

Mi pasión por la enseñanza y por el automóvil, me viene quizás de antes de mi nacimiento .Mi padre trabajo con el cinco veces campeón del mundo de formula 1, Juan Manuel Fangio en Argentina como mecánico y carrocero. Nací en Uruguay en un taller de coches, y me temo que alguna vez me cambiarían el biberón por gasolina, hijo de un sevillano, trianero para más señas y de una "granaina" de Guadix, "casi na", como se dice en mi Andalucía.

Traigo en los genes una verdadera obsesión por los coches, mi señora esposa que la lleva aguantando (la obsesión) muchos años, dice que si alguna vez la engaño será con una "furgoneta".Dedique 15 años de mi juventud a competir en los Rallyes, llegando a ser subcampeon de Andalucía en 1987. He colaborado con varios medios de comunicación especializados del motor, probando coches y escribiendo de ellos, he llevado la delegación de Andalucía de Motor Press Iberica con revistas tan prestigiosas como Autopista, Automóvil y Coche Actual.En el apartado de la Seguridad Vial llevo toda mi vida comprometido con la educación vial de los niños en los colegios y en la formación de los futuros profesores de autoescuela, ademas del perfeccionamiento de la conducción para conductores en general, ahora en el Circuito de Jerez.Sí en todos estos años he conseguido influir con mis consejos, aunque sea a una sola persona y esto ha servido para evitar un solo accidente, me considero satisfecho y recompensado.Lucho por conseguir desde mi trabajo y mi actividad,conductores seguros y responsables y acabar o reducir esa lacra social que es el accidente de tráfico.

martes, 25 de enero de 2011

Arrancar con el embrague pisado, ¿sí o no?


La pregunta es simple: Arrancar con el embrague pisado, ¿sí o no?
Respuesta obvia: Sí, por si acaso nos hemos dejado una marcha puesta. 
Respuesta un poco más elaborada: Sí, para evitar perjuicios en el motor de arranque y en la batería.
Quizá lo primero sea definir qué elementos entran en juego a la hora de poner en marcha el motor de un coche y lo segundo definir cómo actúa el embrague en este proceso. 
De esta forma seguramente todo quedará bastante claro.
Normalmente en un coche encontramos un motor, que es un chisme que transforma carburante en movimiento circular.
 Ese movimiento se transmite hacia las ruedas, que en contacto con el asfalto transforman el movimiento circular en el desplazamiento del vehículo.
 A fin de conseguir la potencia necesaria para mover el vehículo, a la salida del motor encontramos un juego de engranajes que solemos llamar caja de cambios entre relaciones de velocidad, vulgo “las marchas”. 
Y para que no se dañen los engranajes de la caja de cambios, cada vez que pasamos de una marcha a otra usamos el embrague, que básicamente es un conjunto formado por dos platos que interrumpe o transmite el movimiento del motor a la caja de cambios y, de esta, a las ruedas.
Antes de centrarnos en el papel del embrague al arrancar el motor, pongámonos en situación.
 Lo que hace que se encienda el motor térmico (es decir, el motor del coche) es un motorcillo eléctrico que conectamos cuando accionamos la llave o el botón de arranque del vehículo y que normalmente llamamos, curiosamente, motor de arranque.
Ese motorcillo se acopla momentáneamente al volante de inercia, que es el plato que está siempre conectado al motor térmico del coche y contra el que actúa el embrague. 
¿Que cómo se acopla el motor de arranque al volante de inercia?
 Pues engranándose en la corona del volante de inercia, que para eso es dentada.
 Al rodar el motor de arranque, su movimiento hace que empiece a girar el volante de inercia, con lo que se inicia el ciclo del motor térmico, entra el aire y el carburante en los cilindros y comienza el festival de la combustión o la explosión, dependiendo de si empleamos gasóleo o gasolina. 
Justo en ese momento, soltamos la llave (o en el caso de encendido mediante botón, se interrumpe la alimentación del circuito eléctrico) y el motor de arranque se desacopla de la corona del volante de inercia.
Como es lógico, un motor de arranque tiene la capacidad suficiente para poner en marcha el motor térmico, pero someterlo a un esfuerzo mayor de lo necesario puede ocasionar no sólo su fatiga sino también un consumo innecesario de la energía eléctrica que sale de la batería. 
Un ejemplo de consumo innecesario lo tendríamos cuando el motor térmico no arranca a la primera. 
En este caso, nunca debemos mantener el motor de arranque por más de 4 segundos. 
Si pasado ese tiempo no conseguimos que el motor se ponga en marcha, esperaremos 15 o 20 segundos más antes de volver a intentarlo. 
Así daremos tiempo a la batería para que se recupere un poco antes del nuevo intento.
Entonces, ¿cómo influye el uso del embrague al poner el motor en marcha? 
Sencillo.
 Si no accionamos el pedal del embrague, sometemos al motor de arranque a un esfuerzo innecesario. 
¿Cuál? Arrastrar los engranajes del eje primario de la caja de cambios. 
Y eso es así porque aunque no tengamos ninguna marcha puesta, aunque tengamos la palanca en punto muerto, con el embrague acoplado el movimiento del motor llega hasta el eje de entrada de la caja de cambios.
 Eso, con el motor frío, es un problema, ya que el aceite en que se bañan los engranajes de la caja de cambios, la valvulina, es extremadamente denso, por lo que arrancar en frío removiendo ese aceite con el motor eléctrico es un esfuerzo considerable del que podemos prescindir. 
Basta con pisar el embrague hasta que el motor se haya puesto en marcha, luego lo soltamos y ya está.

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